Primeras expediciones
Tras los descubrimientos de Cristóbal Colón los navegantes españoles se dieron cuenta de que no estaban en Oriente, donde abundaban las especias y la seda, aunque sí encontraron grandes cantidades de oro. Por orden de los reyes españoles la población nativa debía ser bautizada en la fe católica, dándole la justificación a los exploradores para reclamar todas las tierras descubiertas en nombre de los monarcas. Por desgracia, también esclavizaron a esa gente para extraer el oro.
A medida que se iban agotando los yacimientos, se organizaban expediciones para encontrar más tierras. En uno de esos viajes, ocurrido en 1511, naufragó el barco de Juan de Valdivia cerca de la isla de Jamaica y unos cuantos sobrevivientes fueron arrastrados hacia las costas de Yucatán. En el mismo año una expedición de más éxito en Cuba fue capitaneada por Diego Velázquez, que terminó como gobernador de la isla y sus hombres como administradores de tierras e indígenas. Uno de ellos fue Francisco Hernández de Córdoba, quien comandó una expedición para explorar el oeste.
Partiendo en 1517 con tres barcos llegó a la Península de Yucatán donde avistó una isla desierta con ofrendas de una deidad femenina. Mientras seguía navegando encontró un asentamiento al que nombró “El Gran Cairo” por sus casas de cal. Cuando él y sus hombres desembarcaron en un sitio al que llamaron Catoche, fueron recibidos por mayas que los invitaron a visitar Ekab (el sitio de las casas de cal), lo que nunca ocurrió porque se desató una batalla en la que capturaron a dos indígenas a los que bautizaron Julianillo y Marmolejo para que sirvieran de intérpretes. Córdoba navegó más al suroeste, descubriendo el actual Campeche, pero sin poder continuar el viaje, ya que sufrió heridas causadas por un combate contra los habitantes de Chakán Putum.
Las noticias de ese viaje apresuraron la organización de otra expedición en 1518, capitaneada esta vez por Juan de Grijalva. Mientras navegaba por las costas yucatecas descubrió la Isla de Cozumel. Siguiendo la ruta de Córdoba, Grijalva desembarcó en Chakán Putum y logró vencer a los mayas. Esto le permitió explorar hacia el Golfo de México, donde llegó a Potonchán, sitio en el que fue recibido de forma pacífica por el gobernante Tabscoob. Una vez abastecido, continuó bordeando la costa en la que descubrió los ríos Tonalá y Pánuco. En la última etapa del viaje también encontró una isla a la que nombró San Juan de Ulúa. A pesar de que su viaje fue más largo y provechoso, fue reprendido por no establecer un puesto para colonizar.
Hernán Cortés y Diego Velázquez
Durante su viaje, Grijalva escuchó de los indígenas sobre un gran imperio lleno de riquezas. Esta noticia motivó al gobernador Diego Velázquez a organizar otra expedición, pero no contaba con alguien para dirigirla. Para su fortuna había un hombre que ya estaba organizando su propio viaje, Hernán Cortés. Este estudiante de leyes había participado en la conquista de Cuba, con lo que recibió tierras y esclavos, además fue nombrado alcalde de Santiago de Cuba. Esto le permitió acumular dinero suficiente para preparar su expedición. Por tal motivo, Velázquez vio una oportunidad para reducir los costos del viaje y designó a Cortés como capitán.
Cortés partió de Cuba con 600 españoles pero también con esclavos indios y negros, algo que enfadó al gobernador. En 1519 llegó a Cozumel y se enteró de la presencia hombres barbados, se trataba de Jerónimo de Aguilar y Gonzalo Guerrero, náufragos de la expedición de Valdivia. Aunque ambos habían aprendido maya, sólo Aguilar se unió a sus compatriotas, Guerrero decidió vivir con los mayas.
Siguiendo la ruta de Grijalva, Cortés navegó hacia Potonchán, donde Tabscoob ya no los recibió amablemente, se desató una gran batalla en la que los españoles vencieron gracias a sus caballos, animales nunca vistos por los indígenas. Al verse derrotados, los mayas ofrecieron regalos, incluyendo esclavas. Una de ellas, llamada Malintzin, hablaba maya y náhuatl, con lo que Cortés encontró una intérprete muy valiosa.
Expedición Hernán Cortés
Después de establecer Santa María de la Victoria, cerca de la zona de Potonchán, los españoles avanzaron hacia la isla de San Juan de Ulúa y estando en tierra firme Cortés fundó la Villa Rica de la Vera Cruz. Ahí nombró funcionarios, pero en vez de mandar la carta de consentimiento a Velázquez, la envió al rey de España junto con oro, códices y el Quinto del Rey; con este acto desconoció la autoridad del gobernador de Cuba.
Al tiempo que los españoles se asentaron en la Villa, llegaron un grupo de mexicas enviados por Moctezuma Xocoyotzin, gobernante de Tenochtitlan, e iniciaron un intercambio de regalos: oro y turquesa por vidrio. Cortés se dio cuenta de la riqueza de estos indígenas, pero también de los pueblos a los que tenían sometidos, como los totonacas, con los que selló una alianza; ésta quedó demostrada cuando los españoles, haciendo uso de sus armas, defendieron a los totonacas en Tizapancingo de un grupo de mexicas que iba a cobrarles tributo.
Cortés tomó la decisión de avanzar hacia Tenochtitlan, pero antes de ello ordenó hundir sus propios barcos para evitar el escape de sus hombres a Cuba. En el camino se enteró que la capital mexica estaba construida sobre el agua y con grandes riquezas. Con la ayuda de sus aliados totonacas continuaron por una ruta segura, la tierra de los tlaxcaltecas. Este pueblo no se había sometido a los mexicas, pero aun así los españoles no fueron bien recibidos, ni cuando éstos dijeron que sólo querían pasar . El guerrero tlaxcalteca Xicoténcatl luchó contra ellos pero fue derrotado dos veces. Con esto los líderes tlaxcaltecas decidieron que era mejor establecer la paz con Cortés y los totonacas; esto fue el inicio de otra alianza militar.
Expedición Hernán Cortés
Después de establecer Santa María de la Victoria, cerca de la zona de Potonchán, los españoles avanzaron hacia la isla de San Juan de Ulúa y estando en tierra firme Cortés fundó la Villa Rica de la Vera Cruz. Ahí nombró funcionarios, pero en vez de mandar la carta de consentimiento a Velázquez, la envió al rey de España junto con oro, códices y el Quinto del Rey; con este acto desconoció la autoridad del gobernador de Cuba.
Al tiempo que los españoles se asentaron en la Villa, llegaron un grupo de mexicas enviados por Moctezuma Xocoyotzin, gobernante de Tenochtitlan, e iniciaron un intercambio de regalos: oro y turquesa por vidrio. Cortés se dio cuenta de la riqueza de estos indígenas, pero también de los pueblos a los que tenían sometidos, como los totonacas, con los que selló una alianza; ésta quedó demostrada cuando los españoles, haciendo uso de sus armas, defendieron a los totonacas en Tizapancingo de un grupo de mexicas que iba a cobrarles tributo.
Cortés tomó la decisión de avanzar hacia Tenochtitlan, pero antes de ello ordenó hundir sus propios barcos para evitar el escape de sus hombres a Cuba. En el camino se enteró que la capital mexica estaba construida sobre el agua y con grandes riquezas. Con la ayuda de sus aliados totonacas continuaron por una ruta segura, la tierra de los tlaxcaltecas. Este pueblo no se había sometido a los mexicas, pero aun así los españoles no fueron bien recibidos, ni cuando éstos dijeron que sólo querían pasar . El guerrero tlaxcalteca Xicoténcatl luchó contra ellos pero fue derrotado dos veces. Con esto los líderes tlaxcaltecas decidieron que era mejor establecer la paz con Cortés y los totonacas; esto fue el inicio de otra alianza militar.